martes, 17 de marzo de 2009

Paraíso Sitiado (Por toño).

“No creáis que he venido a traer paz; no he venido a traer paz, sino espada”.
Jesús, Mateo 10, 34

Chitriel estaba sentado en la punta de un acantilado, las rodillas flectadas hacia el pecho, la pulcra armadura plateada, las alas recogidas sobre espalda, los brazos cruzados alrededor de las rodillas y la mirada perdida en el horizonte lo hacían parecer más una estatua de catedral que lo que realmente era.
Desde aquí podía ver como los pingüinos barbijos trataban de subir ensangrentados a uno de los roqueríos de las islas Sándwich, el mar, con su fuerza descomunal los estrellaba contra las rocas o contra los bloques de hielo que la rodeaban, aun así, estos pequeños y simpáticos animales, seguían intentando subir, su instinto no les permitía dejar de tratar de llegar a sus nidos donde los esperaban unas hambrientas crías. Entonces sonrió, la creación era sencillamente perfecta, por un lado estaban estas aves, depredadas por focas, viviendo a temperaturas bajo cero, en un clima agreste y violento, intentando existir... Por el otro lado estaba el, una criatura casi perfecta, poderosa, pero emotiva, un general del paraíso, un arcángel que no podría matar un pingüino barbijo, pero que no dudaría en desaparecer a todo un ejército de almas de las tinieblas.
Pensó luego en su nombre, una de las características de los ángeles eran sus nombres, estos describían su principal forma de actuar, el era Chitriel, “el azote de dios” y hoy iba a azotar a un caído...

De pronto el nublado y nevado cielo se volvió más gris, un rayo se estrelló en el agua, frente a la roca de los barbijos y un remolino gigantesco se formó donde este había caído, los pingüinos que estaban en el mar trataban de huir desesperados, Chitriel se puso de pie, mientras observaba conmovido como los barbijos eran absorbidos por el remolino, sus rubios y largos cabellos se meneaban en el aire, el remolino ahora, no solo movía el mar, sino que también el viento, apretó el mango de la espada. Su contendor había llegado.
Desde el centro del remolino en el agua emergió una figura corpulenta y atlética, tenía el cabello corto y oscuro, su tez blanca se contrastaba con su armadura negra y sus ojos de igual color, observó a Chitriel y sonrió con cara de asombro.
- Hola Chitriel, - dijo Azazel. No paraba de sonreír, las aguas y el viento ya se habían calmado...- ¿Cómo es que aun estás aquí?, ¿qué estás haciendo?- observó como Chitriel desenvainaba su espada y soltó una carcajada, luego volvió a observarlo seriamente.- Debes estar bromeando Chitriel, sabes que soy un general del infierno y tu eres solo un ángel, si hubiesen enviado a Gabriel o a Miguel, tal vez, habría estado más equilibrado.
- Azazel, ya no soy un ángel, he sido ascendido, ahora soy un arcángel y como tal, tengo el poder para detenerte.- Chitriel trataba de no aparentar temor, sonaba determinado, pero esa era la forma y no el fondo. Se suponía que enfrentaría a un “Gregori”, no al jefe de estos, no tenía el poder para vencerlo, tal vez podría retrasarlo un poco, para que no llegase a la revelación.
- Así que ahora eres un arcángel.- Azazel se veía divertido – Mí querido Chitriel, ambos sabemos que te han ascendido no por que tus poderes sean mayores, simplemente ha sido por necesidad, por falta de alguien más apto, ¿o me equivoco? – No se equivocaba y Chitriel lo sabía. - Obviamente sabían que vendría alguien, pero no tenían claro quien era ese alguien, es por eso que no te puedo dejar ir, tendré que matarte Chitriel.- Un escalofrío recorrió el cuerpo del arcángel, no había escapatoria, ni salida alguna, la misión no se concretaría, no podría ir a salvar a la visionaria, solo le quedaba hacer que el no la detuviese.
- Vamos “Chitri”, que no te paralice el miedo, solo te va a doler demasiado, recuerda que eres “el azote de dios”, se supone que castigas a los que atacan a los elegidos. Los dos sabemos por que estoy aquí, ¿la visionaria calza en esa clasificación de elegida no?, debes detenerme si no quieres que la mate, ya se donde está, es la última de su generación que queda viva. ¡Le voy a sacar esa profecía a la fuerza! o... simplemente me comeré su corazón Chitriel. – Sus ojos parecieron volverse más oscuros.
- ¡Tu serás detenido aquí! – gritó Chitriel mientras sus alas se extendían y saltaba del acantilado, un pequeño rayo de luz iluminó su pulcra armadura plateada, la espada cortó el viento en dirección a Azazel.
- Idiota – murumuró Azazel mientras veía acercarse a Chitriel. Desenvainó su cimitarra, el sentir la seguridad de la victoria, le hizo dibujar una sonrisa despiadada.

2 comentarios:

  1. maestro.... las imagenes se crearon sin ningun problema...
    espero la segunda y tercera y mil partes de esta historia...

    nos vemos

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  2. Este Texto Aparecio En:

    http://puertaamimente.blogspot.com/2007/09/un-buen-libro-de-por-ah.html

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